Como comenta el pensador semanal, que alguna semana hace doblete, acabamos de celebrar hace unas fechas el Día de la Lengua Española. Esto de los Días de algo se ha hecho muy popular de manera que no hay día que no sea Día de algo. El problema es que hay tantos Días de cosas importantes que no tenemos días para ocuparnos de verdad de ellas y sólo nos acordamos cuando truena o cuando es el Día y el resto del tiempo nos olvidamos.
Eso pasa con la Lengua Española a quien maltratamos todos los días y queremos recompensarla en un sólo Día. La maltratan más quien más la debiera cuidar ya que viven de ella y entre ellos sobre todo los periodistas y políticos. Así que no hay día sin que oigamos barbaridades como de ques en vez de ques, efectivo cuando quieren decir eficaz, sensitivo cuando debiera ser sensible.
Pero de todos los maltratos el peor es aquel que secuestra la palabra dándole un uso único que excluye todas las otras acepciones.
Pensad por ejemplo en la palabra "género" que ya sólo se asocia a violencia o a políticas feministas, y no a mercancia o cualquiera de las otras acepciones que recoge el DRAE. Así hay otras palabras que sólo significan una cosa en virtud de lo políticamente correcto.
Otras palabras son secuestradas para que ya nunca se pronuncien más y son sustituidas intencionadamente por otras de significado diferente para que en un juego de malabarismo lingüistico acaben por reemplazar el concepto original. Este secuestro es aún más perverso pues no sólo elimina la palabra sino que trata de dañar o sustituir el concepto, el significado trascendental de la misma.
Este es el caso por ejemplo cuando algunos políticos ultranacionalistas periféricos hablan del Estado para evitar pronunciar la palabra España, que suena tan bien. Así tratan de sustituir un vocablo que representa miles de años de historia, geografía y pertenencia por un concepto meramente administrativo y por lo tanto cambiable, discutible y por tanto discutido.
(Claro que esto tiene su contrapartida y el Lenguaje, que aunque plástico y moldeable no es de plastilina, les hace caer en contradicciones y decir cosas absurdas como "irse de vacaciones por el Estado" o "la montaña más alta del Estado")
Los secuestradores de palabras no descansan; están en todas partes, las redacciones de los periódicos, las televisiones, las sedes de los partidos políticos y sindicatos (grandes secuestradores de palabras, fechas y subvenciones), las aulas y ahora también en la calle. Ahí se está cociendo un secuestro en ciernes que me tiene muy preocupado.
Se trata de la palabra indignado.
Yo, que me indigno por muchas cosas, por la estupidez de unos y la estulticia de otros, por la incompetencia de muchos, me temo que voy a tener que dejar de hacerlo. En vez de indignarme voy a tener ahora que irritarme por la destrucción del medio ambiente, arrebatarme por la incompetencia de los gobernantes, airearme por la desobediencia de mis hijas, encolerizarme con la subida de los precios, mosquearme con los errores de los administradores y funcionarios, enfadarme con la irresponsabilidad de los ciudadanos, enrrabietarme con mi propia inconsistencia, pero no indignarme.
La indignación ha sido secuestrada y vaciada de todo contenido que no sea el 15-M y compañía, se ha quedado vacía de contenido, como si no hubiese motivos para que los demás, los que no nos vemos representados en esos grupos de okupas del espacio público, no nos pudiésemos indignar y decirlo a los cuatro vientos con nuestra palabra, todas las palabras, libres, habladas y escritas y oídas.
Con nuestros votos, libres, no secuestrados, informados, críticos y valorativos, exigentes.
Con nuestra involucración en la sociedad civil, en la gestión de la vida diaria, actores por acción, con nuestro guión, ciudadanos (justos, benefactores, trabajadores), responsables.
Indignados hoy, pero quizá por ello mañana también esperanzados, ilusionados, motivados, confiados, animados....responsables....libres....!
2 comentarios:
¿Y nunca te enojas?
...Y también enojado por la falta de memoria, siempre histórica por definición ya que ambas se refieren al pasado.
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