domingo, 26 de julio de 2009

¿Quién es el culpable?

Esta sociedad española que nos ha tocado vivir y de la que formamos parte tiene una relación conflictiva y contradictoria con la culpa y la responsabilidad.

Para ilustrar esta afirmación nos pueden valer dos ejemplos trágicos y recientes: la muerte de Rayan, el bebé prematuro víctima de una trágica confusión de catéteres y el accidente que costó la vida a los cinco bomberos en el incendio forestal de hace unas semanas en Tarragona.

Más que en analizar los hechos, ya sobradamente comentados, quiero fijarme en las reacciones ante los mismos.

En el caso de Rayan, la noticia nos inundó de horror y pena, ya que al hecho ya de por sí trágico, se unía la coincidencia maldita de que su madre acababa de fallecer como la primera víctima en España de la nueva gripe A. Inmediatamente, y sobre todo tras conocer la causa de la muerte, esa inexplicable confusion de la vía nasogástrica con la intravenosa, nos tornamos hacia la enfermera responsable y nos preguntamos como alguien puede equivocarse de esa manera. Sin embargo los mecanismos corporativos se pusieron inmediatamente en marcha: culpar a la profesional es criminalizar a la profesión. Los medios son, siempre lo son, insuficientes, el hospital, la gerencia no habían previsto que esto puede pasar, la formacion es insuficiente, los cambios y traslados de personal son perversos, ocurren mas casos similares.....

A esta reacción corporativa, perfectamente orquestada por el órgano de colegiación de los profesionales de la enfermería y coreado por los sindicatos se unen dos hechos mas: la familia es de origen marroquí, y nuestros queridos primos del sur y sus gobernantes no pierden tiempo en organizar una respuesta (avión real incluido para transportar el pequeno féretro de Rayan, cuando ignoran durante meses los restos de los que mueren en las pateras) que amplifica el impacto y el eco de esta tragedia. En segundo lugar, tras llorar la muerte del pequeño, nos reflejamos en los que viven y nos imaginamos el tormento y el sufrimiento que tiene que estar pasando la enfermera y nos imaginamos por un momento lo mal que lo estaríamos pasando si fuéramos nosotros los que estuviesemos en su pellejo.

Así que las simpatías se tornan lanzas y de pronto ya no vemos responsabilidad alguna en la profesional, ya no vemos error humano de una persona normal y corriente, de uno de nosotros, ya no vemos culpabilidad, ni negligencia ni descuido. La culpa, de tenerla alguien, la tiene el gerente, los responsables, la dirección, los políticos, la privatización encubierta de la Sanidad en Madrid, el sistema. No hay responsabilidad individual, ni exigencia de la misma. La culpa se colectiviza y por elevación se asigna al sistema en su conjunto. Se diluye y todos nos sentimos aliviados por que si un día nos pasa a nosotros, nos equivocamos y metemos trágicamente la pata, la sociedad nos tratará igual y diluirá nuestra culpa y la responsabilidad estará en el sistema, la política, la falta de previsión de los directivos, no en la responsabilidad individual de un profesional que por serlo está sujeto al acierto y al error.

En el caso del incendio de Tarragona vemos un ejemplo distinto pero que también refleja nuestra dificultad con la responsabilidad y la culpa. En este caso el incendio provocó la muerte de cinco bomberos que quedaron fatalmente atrapados y rodeados por el fuego. El fuego, elemento primordial de la naturaleza, creador y destructor a la vez, se propagó imparable alimentado por las altas temperaturas, la sequedad ambiental, el fuerte viento y la gran masa de vegetación. Cuando las fuerzas de la naturaleza se disparan es difícil pararlas. Pero en este caso no nos resignamos a no culpabilizar a alguien porque podíamos haber sido nosotros los que muriéramos en el incendio, eran uno de nosotros, así que alguien tiene que ser culpable.

El alcalde de la localidad, en un ejercicio de irresponsabilidad asombrosa declaraba a las pocas horas que había habido "relajación" de los jefes y responsables de la lucha contra el incendio. No había habido error de cálculo de la escuadra de bomberos que se vió atrapada por una lengua de fuego imprevisible, no había por supuesto responsabilidad en el ayuntamiento por no haber mantenido los bosques más limpios de maleza, ni más guardabosques. Por supuesto el que las condiciones ambientales fuesen ideales para la propagación del fuego no tenía nada que ver con el accidente. El accidente se podía haber evitado si alguien responsable no se hubiese relajado. Evidentement el alcalde no, él no se relajó, por si acaso a alguien se le iba a ocurrir apuntar en esa dirección, más vale un buen ataque que una mala defensa.

Por supuesto, al alcalde y a todos los que le escucharon, recogieron sus palabras, las reprodujeron y se hicieron eco de las mismas no se les ocurrió pensar que a lo mejor no lo podemos controlar todo, que el hombre del siglo XXI todavía no es capaz de dominar las fuerzas de la naturaleza cuando éstas se desatan en una tormenta perfecta, o en un incendio perfecto. Y que por tanto, los accidentes, cuando se lucha en primera línea contra esas fuerzas naturales, pueden ocurrir, sin que haya que buscar responsables en el sistema.

Ambos ejemplos ilustran el conflicto de la sociedad española a mi juicio con la culpa y la responsabilidad. Por un lado nos entra un miedo al vacío si no culpabilizamos a alguien, si no encontramos a un responsable al que poner en la picota y juzgar en la plaza pública. Pero por otro lado nos da vértigo pensar que a lo mejor un día nos puede pasar a nosotros y nos van a exigir responsabilidades, así que miramos hacia arriba y culpamos al sistema, a la falta de previsión de los responsables, de los políticos, que para eso están.

No se trata de exculpar a priori a éstos. En muchos casos existe falta de previsión, descoordinación, lentitud en la respuesta etc....pero eso no exime del juicio claro y objetivo ante los hechos concretos, y en su caso reconocer la responsabilidad individual ante los aciertos y los errores.

Y también la humildad de reconocer que "todavía" no podemos controlarlo todo.

viernes, 3 de julio de 2009

Identidades superpuestas

Stanislav Lem es uno de los más interesantes y geniales escritores de ciencia ficción. Frente a la misión evangelizadora y el estilo académico de Asimov, Lem aporta grandes dosis de humor negro y humanismo y nos enfrenta a situaciones límites que la ciencia hace imaginables pero para las que el hombre corriente no está equipado.

Una de esas situaciones se describe en un relato corto (incluido en Diarios de las estrellas) en la que un solitario viajante espacial , Ijon Tichy, descubre que ha entrado en un bucle espacio tiempo cuando se ve a si mismo en la nave espacial tratando de manipular el ordenador de a bordo. Tras una primera sorpresa empieza discutir consigo mismo hasta que pronto, en una sucesión de episodios hilarantes la nave se va llenando de muchos Ijon Tichys de diferentes edades y actitudes. No voy a dar más detalles de como resuleve nuestro viajero interestelar tan cómica y preocupante situación por si algun lector quiere leer el fascinante relato. Stanislav Lem, Diarios de las Estrellas.

Cuando tecleas tu propio nombre en Google te puedes sentir como Ijon Tichy encontrando en la nave espacial a otros Tichys que de repente ya no son él mismo. Como dice Keating, los que escribimos tenemos una veta narcisista que no podemos evitar. Hoy he escrito mi nombre en google y he visto a muchos yos, que comparten mi nombre pero no son yo. Es como si te desdoblaras y vieras diferentes Tichys que hacen y dicen cosas como si fueran tu, pero sin serlo.

Así he aprendido que estrenaré una nueva y espectacular decoración en mi Ferrari F430 Challenge. Mi ultimo concierto fue en el Café la Palma, Madrid, sábado, 20 junio 2009. En un certamen que recoge los mejores trabajos de Galicia y Portugal, he conseguido el premio al mejor filme titulado O cazador. Segun la decimotercera entrada, mi casa se puede considerar un Museo en la actualidad, pues aparte de su taller, cuenta con una sala en la cual se exhiben piezas de algunos de los grandes Maestros. Parece ser que soy un ceramista tradicional, exponente del arte popular de Tonalá representado principalmente por el barro bruñido, que es una de las cerámicas tradicionales más reconocidas mundialmente.

Como creador e ideólogo de Playing Cards Records soy fiel defensor del vinilo. De origen diverso, nazco en algún lugar de Galicia, a mediados de los setenta. Tímido y discreto, pase mi infancia sin pronunciarme (?). Luego decidi ser Indiana Jones.

Unico Cigarrero en Sabana Grande aprendi a manufacturar cigarros a los catorce años y desde entonces éste ha sido el modo de sostener a mi humilde y querida familia. Soy profesor y doctor en Historia Moderna y Contemporánea. Hasta la actualidad he sido autor de cuatro libros. Naci de nuevo el día 19 de julio de 1912 en la localidad cántabra de Reinosa para convertirme en uno de los principales responsables de la expansión de la bioquímica.

Fui bailarín cubano, ganador hace casi 30 años del primer premio del concurso nacional "Para bailar", no pense nunca en convertirme en profesional y mucho menos que enseñaría a bailar salsa al famoso cantante británico Sting y a su esposa Trudie durante una visita a Cuba.

Poliglota y comprometido, como activista por la independencia de la isla de Guam, estuve en la carcel y mantuve varias huelgas de hambre. Uno de los mejores jugadores puertorriquenos modernos de beisbol, tras jugar en los Boston Red Sox y en los Indians de Cleveland fui autor de una unidad didáctica para el aprendizaje significativo de la Geografía en la Educación.

A juzgar por el numero de entradas, estadisticamente soy filipino, con antecedentes puertorriquenos y mejicanos, nacionalizado ciudadano de los EEUU. He vivido en el Bronx NY, Polomolok, South Cotabato, Filipinas, Park Terrace, Connecticut, Puerto Rico, Rosario, Hollywood Fl y San Antonio Tx. Tengo multiples perfiles en Facebook, Twitter, Linkedin y White Pages.

Como Ijon Tichy, coexisto simultaneamente con otras identidades en internet o no tenemos ninguna identidad. Todos somos todos a la vez y google nos muestra el bucle espacio identidad y nos repetimos hasta la saciedad: 3.800.000 entradas.

Como el viajero galactico en el tiempo, ojala algun dia conozca claramente mi identidad.