domingo, 29 de marzo de 2009

La flor de la vida

No me he olvidado de mis pocos pero fieles seguidores. Tampoco se ha secado el manantial de mi escaso talento literario. No me he peleado con los administradores del blog. Tampoco es que haya olvidado la palabra clave para añadir nuevas entradas. Simplemente mi ordenador dijo basta y su disco duro se fundió como si fuera blando. Así que he tenido que andar de prestado y eso ha hecho que no coincidieran siempre las musas y el teclado de ocasión. En fin, esto no justifica pero al menos explica mi ausencia.

Pero Kowalsky ya está de vuelta. Y entremedias, durante esta pausa, ha entrado en la flor de la edad, como así la define el ilustre Escribidor al describir a uno de los personajes de sus seriales radiofónicos en la Lima de los años 50: "Era un hombre que había llegado a la flor de la edad, la cincuentena, y en su persona -frente ancha, nariz aguileña, mirada penetrante, rectitud y bondad en el espíritu-, la pulcritud ética se transparentaba en una apostura que le merecía al instante el respeto de las gentes".

Durante esta ausencia, repito no deseada, pero urdida en los entresijos binarios de la tecnología informática, coincide que otros ilustres amigos y colegas han alcanzado también ese umbral dorado que nos incorpora a lo mejor de la vida. Los cincuenta son los nuevos treinta proclaman a voz en grito los nuevos sociólogos, los nuevos gurús del marketing. A los cincuenta se puede empezar una nueva vida, a correr el maratón, escalar un ochomil, montar una empresa, colgar la vida anterior y empezar una nueva: "Estaba en la flor de la edad, la cincuentena, y sus señas particulares - frente ancha, nariz aguileña, mirada penetrante, rectitud y bondad en el espíritu-, podían haber hecho de él un Don Juán si se hubiera interesado por las mujeres."

La gente pregunta como te sientes al cumplir esa edad como si ese día o ese paso marcado en el calendario tuviese un efecto distinto al de cualquier otro día, como si efectivamente pasase algo diferente al día anterior o al siguiente. Como si de repente sintieras el peso de todos y cada uno de los 18.250 días vividos que te caen de golpe. Y sin embargo, yo nunca he visto mejor a los míos, los que van cumpliendo conmigo, mis compañeros en este viaje. Los buenos vinos envejecen bien y alcanzan su mejor momento cuando pierden los tonos agudos y mas chirriantes propios de la primera maduración, cuando alcanzan el equilibrio de color, olor y sabor. Cuando se convierten en el mejor caldo, solo o acompanado, cuando ya no importa su origen sino en lo que se han convertido: "Mujer superior y sin complejos, llegada a lo que la ciencia ha dado en considerar la edad ideal -la cincuentena- la doctora Acémila -frente ancha, nariz aguileña, mirada penetrante, rectitud y bondad en el espíritu- era la negación viviente de su apellido (sic), alguien en quien la inteligencia era un atributo físico, algo que sus pacientes podían ver, oir, oler."

Extractos de "La tia Julia y el Escribidor" - Mario Vargas Llosa

Dedicado a la cosecha del '59: calificación excelente

4 comentarios:

Ana dijo...

Puedo ver en tí una de esas flores robustas que duran semanas; por su origen, la familia a la que pertenecen, porque no están colocadas en un lugar dónde los rayos de sol o el viento incidan directamente y porque la tierra de la que se nutren es rica y el agua que las riega les aporta extraordinarias sales y minerales. No nos olvidemos de la jardineros/as, que en su afán de obtener las flores más hermosas han utilizado apestosos fertilizantes y pesticidas e incluso han arrancado aquellas hojas que impedían un buen desarrollo.
¡Enhorabuena! Disfruta a tope de la floración.

P.D.Mucho me temo que nosotros somos en este momento unos capullos.

Jorge Santos dijo...

No dudo que la cosecha del 59 fuera excelente, de hecho está prácticamente agotada. No así sus representantes de lo que me alegro. Vivisteis momentos importantes de la historia que permitieron a generaciones sucesivas llegar más tarde a casa. Os lo agradecemos profundamente. Tienes razón también cuando dices que los años llegan día a día no de golpe, pero ya sabes somos así y la pregunta del millón siempre está ahí. ¿Qué, cómo te sientes con un año más?
En cualquier caso muchas felicidades y atención al 1964, pues creo que también fue un buen año de vinos. Un abrazo

Paloma M. dijo...

Nada como el 73, pero me centro en otro detalle..."era la negación viviente de su apellido"...¿Santos?...¿Bobo?...
Vale, no eres un Santos, pero tampoco podría calificarte de lo contrario, así que me quedo con la de Bobo, porque inteligencia siempre has demostrado, y lo mejor de todo, además eres muy listo. Sí, creo que podemos decir que eres la negación de tu tercer apellido.

Álvaro Santos dijo...

Llevo días buscando qué reflexión original y halagadora a un tiempo hacer sobre esa edad que es la flor de la vida, y no la he encontrado hasta ahora, en que, escribiendo a mis amigos una breev nota sobre cómo ha sido tu fiesta sorpresa de cumpleaños, he anotado el aniversario en números romanos: fiesta del L cumpleaños de Ángel Santos.
¡Pero, chico, si te han puesto una ELE!, como a los conductores noveles, en prácticas, a aquellos que, por jóvenes e inexpertos, se creen en posesión de la primavera de la vida cuando flores hay todo el año (y capullos también, que para que brote la primera suele ser necesaria la destrucción o la apertura del segundo).
Pues nada, felicidades, novato, de parte de un aspirante a aprendiz.

PD: Por cierto, que tampoco me estaba gustando mucho la palabra de verificación que me salía cada vez que he intentado poner un comentario. Y esta vez sí, es palabra que te va (a mí, al menos, me lo parece): me suena a sector, palabra que relaciono con las mentes que dividen para realizar un análisis más certero, y a gestor, y tú lo eres): gesector.