"Hay que elegir entre descansar o ser libres"
Esta frase se la oí hace poco a Rosa Mª Calaf, reportera y corresponsal de TVE durante muchos años en diversas partes del mundo. Siempre me ha gustado Calaf y he apreciado su espíritu independiente, tan alejado del busto parlante tan en boga hoy en día en las televisiones. Corresponsal de las de antes, con carga de profundidad, información propia y análisis libre. En sus estancias por medio mundo estoy seguro de que ha visto y conocido a mucha gente libre y a mucha más gente con déficit de libertad, a veces impuesto desde fuera y otras autoimpuesto.
La frase recoje una filosofía de vida. Ser libre en cuerpo y espíritu exige un gran esfuerzo. No sólo el obvio y esencial de aquéllos que no los son por causa de regímenes totalitarios de cualquier signo, religión o ideología. En ese caso además de renunciar al descanso, los que eligen la causa de la libertad deben renunciar a su seguridad y arriegar sus vidas y haciendas por defender la única ideología por la que todavía merece la pena luchar.
Pero hay otra falta de libertad a la que creo que va más dirigida esta frase , que es la libertad a la que renunciamos por comodidad, por desidia, por indolencia, a cambio de descanso. Es la libertad que perdemos por renunciar a discutir, confrontar, viajar, leer, entender, conversar, contrastar, mirar, explorar lo que es distinto, diferente, distante, ajeno, extranjero, contrario, difícil. Es la tiranía que nos auto-imponemos de lo cotidiano, lo malo conocido, el pájaro en mano, el ande yo caliente, lo inmediato, lo fácil, lo ya explorado, lo de la mayoría, donde va Vicente, la vida muelle, el camino trillado.
Y para esa dictadura no hay otros responsables que nosotros mismos, no hay otras cadenas que nuestra debilidad, no hay otras barreras que las de la pereza, física pero sobre todo intelectual, no hay más cárcel que nuestro espíritu pobre.
Así que elijamos ser libres antes que descansar.
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