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lunes, 14 de septiembre de 2009

El referéndum (o la república independiente de mi casa)

He decidido convocar un referéndum para votar sobre la independencia de mi casa.

Es cierto. Somos diferentes. Tenemos una historia propia. Estamos orgullosos de nuestra identidad. Hablamos de aquella manera. Nos sentimos independientes. Y vamos a conseguirlo!

Claro que quizá haya que hacerlo por partes. Yo creo que podemos empezar por solicitar la segregación de nuestra calle del distrito municipal, alegando falta de inversión, gestión alejada de los intereses de los habitantes de nuestra calle, ausencia de diálogo y de voluntad política de reconocer nuestras diferencias, y sobre todo, que los de nuestra calle pagamos más de lo que recibimos, que hace que no arreglan la acera ni se sabe. Quizá pudiéramos asociarnos con otras calles que se encuentren en la misma situación que nosotros y así hacer más fuerza.

Una vez conseguida esta segregación nos plantearíamos la secesión de nuestro edificio del resto de edificios de nuestra calle. Nuestro edificio es el más antiguo con diferencia. Ha sido edificio residencial durante más tiempo que los otros edificios de la calle y tiene mucha más solera. Es más, el resto de edificios deberían quedarse todos asociados a la calle y no pretender segregarse también y tener independencia, que aquí cualquiera se cree con derechos históricos.

Es entonces, una vez conseguida la independencia de nuestro edificio, nuestra ínsula, por fin, anhelo histórico largamente esperado por nuestros convecinos, es entonces digo cuando habríamos conseguido el impulso político necesario para convocar un referendum que propiciaría la independencia de nuestra casa, un cambio histórico, planetario diría yo, dados los lazos que unen a nuestra familia con Estados Unidos y los países más importantes de nuestro entorno, que nos llevaría a una nueva dimensión de lo político, de la organización de lo público, la Europa de las familias, la alianza de las generaciones. Un nuevo espacio de libertades y derechos ganados democráticamente frente a las organizaciones Estado, al poder omnímodo y casi tiránico del Ayuntamiento de mi ciudad a través de una organización de distritos y calles que encorseta el ansia de libertad y expresión de mi familia. Por fin la libertad y la independencia.

De momento estamos todas las fuerzas de mi casa en sintonía para conseguir este objetivo de máximos; no hay disensiones entre las distintas facciones que recogen sobre todo intereses divergentes de género y generación. Luego ya sí, una vez conseguida la independencia, ese frente posiblemente se rompa y empezaremos la batalla democrática por el poder dentro de la república independiente de mi casa.

Claro que ya se alzan voces que exigen que no se hable de mi casa, sino de "nuestra" casa. Además el término "casa" parece que está en cuestión: frente a posiciones más conservadoras ligadas al poder fáctico tradicional en nuestra familia que abogan por el término "hogar", y que estarían dispuestas a aceptar el término "casa", otras voces más progresistas que recogen el sentir de las clases más jóvenes y los grupos más proximos al feminismo, exigen la abolición de cualquier nombre que pueda asociarse al pasado, al concepto tradicional de familia y defienden los conceptos de "vivienda compartida", "conjunto habitacional" o incluso "ámbito doméstico de decisión".

Por otro lado existe una gran polémica en cuanto al modelo de la jefatura del "espacio doméstico compartido": frente al modelo de "república independiente", defendido por los que se sienten muy cómodos en el seno de organizaciones transnacionales de origen sueco que se han distinguido en los últimos años por defender este concepto, algunos abogan abiertamente por la monarquía al grito de "Mi casa, Mi castillo", defendiendo la decoración estilo imperio.

Menos mal que, previsoramente, me he reservado un pequeño despachito en el que siempre podré refugiarme de las batallas políticas que se avecinan cruentas y apasionadas por el poder en nuestro... ¿condominio?.

Y si esto me saliera mal, me retiraré a la escalera de servicio: allí en la tranquilidad del patio trasero, y protegido por los abruptos escalones y los oscuros rellanos me haré fuerte y combatiré con todas mis energías por mis derechos históricos y mi independencia. "En pie patriarcas de la tierra, en pie desposeida legión...".

Postdata: al cierre de esta entrada en el blog, estoy en efecto atrincherado en el rellano de la escalera de servicio de mi casa. Me han cerrado el acceso a la calle y a la azotea. No tengo agua ni comida. Las fuerzas opresoras, seguramente obedeciendo intereses de alguna organización del Estado, no reconocen mi soberanía ni mis derechos históricos y no cejarán hasta mi rendición. Sin embargo yo resistiré compañeros: Visca la escalera de servicio! Askatasuna al patio trasero!