viernes, 14 de octubre de 2011

Hoja de ruta

En el antiguo despacho de mi padre, lleno de imágenes y recuerdos militares, libros leídos y a medio leer, cuartillas y folios alrededor de una máquina de escribir y un cenicero lleno de colillas (hablamos de cuándo fumar no era un vicio perseguible, sino una opción tan aceptable como comer carne roja o tomarse un  carajillo, qué tiempos!), en medio de todo eso decía, en el despacho de mi padre, en una pared, casi escondido entre otros cuadros más importantes, colgaba una metopa de madera oscura con un texto grabado en metal. El texto estaba en alemán y no voy a reproducir aquí sino su traducción libre al español:


Qué Dios me de la perseverancia para cambiar las cosas que puedo cambiar
La tranquilidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar
Y la sabiduría para distinguir las unas de las otras

Reinhold Niehbuhr   


Esta frase quedó grabada en mi mente desde que tengo uso de razón y me ha acompañado desde entonces. No siempre he profesado su contenido, a veces me he empeñado en peleas con molinos, otras me ha faltado el empuje para torcer el rumbo, pero he recurrido a ella más veces que no. No sé quién la concibió (¿quizá el pensador semanal me pueda ayudar con su inagotable acceso a las citas más inteligentes?) y sólo una vez la he visto en otro sitio fuera de aquel despacho que ya no tiene colillas, ni cuartillas, ni tampoco ocupa mi padre, aunque si queden las imagenes militares y su siempre presente recuerdo.

A veces nos empeñamos en buscar claves complejas, razones profundas, respuestas concretas que nos ayuden a encontrar la pista en esta vida tan complicada que nos vamos construyendo. A veces la solución es más sencilla y ha estado siempre contigo.

En el despacho de tu padre.

4 comentarios:

nacho santos dijo...

Comparto la honda influencia de esta sentencia leída por primera vez en el despacho de nuestro padre en mi pensamiento, aunque no siempre en mi acción. Y comparto tu emplazamiento al pensador semanal para que arroje alguna luz sobre su origen. Porque lo que yo puedo aportar a esta cuestión es poco: sé que es tenida por lema en reuniones de alcohólicos anónimos; lo vi en una película, no recuerdo cuál (siento defraudar a las mentes dadas a la especulación morbosa)

Álvaro Santos dijo...

Acepto el reto, pero pido un favor: ¿Seríais capaces de decirme qué viene después de "Gott gebe mir", que eran las palabras tedescogermánicas con las que se iniciaba la feliz sentencia?

nymed es la palabra de verificación, que quizá aluda a que de momento ni media línea de información puedo ofrecer al respecto...

Álvaro Santos dijo...

El texto es conocido como «La oración de la serenidad». Existen múltiples versiones y traducciones, y es atribuido a diversos autores. El más reconocido como autor es Reinhold Niehbuhr, un teólogo, político y politólogo estadounidense que vivió entre 1892 y 1971. La oración es muy utilizada en ciertas asociaciones, y ha sido adoptada en su versión reducida como texto emblemático de Alcohólicos Anónimos. Aunque la mayoría de autores se lo atribuyen a Niehbuhr, no coinciden en el momento en el que lo pudo crear; quizá fuera en 1943, en plena II Guerra mundial. También hay quien afirma que Niehbuhr reconocía una autoría previa de este texto a un teólogo alemán del siglo XVIII, Friedrich Oetinger, e incluso algunos aventuran un entronque con palabras de Boecio.
Esta que sigue es una de las versiones del texto:

«Dios,
concédeme
la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar,
el valor para cambiar las cosas que puedo cambiar
y la sabiduría para conocer la diferencia;
viviendo un día a la vez,
disfrutando un momento a la vez;
aceptando las adversidades como un camino hacia la paz;
pidiendo, como lo hizo Dios, en este mundo pecador tal y como es, y no como me gustaría que fuera;
creyendo que Tú harás que todas las cosas estén bien si yo me entrego a Tu voluntad;
de modo que pueda ser razonablemente feliz en esta vida e increíblemente feliz Contigo en la siguiente.
Amén».

Angel Santos dijo...

Sabía que no nos fallarías!