Ya está!
Zapatero y Berlusconi unidos por el refranero, por obra y gracia de Elena Salgado: mal de muchos, consuelo de tontos!
Encuentro planetario cuando dos líderes globales de la deuda y la falta de moral, al frente de dos países viejos y cansados a orillas del Mediterráneo, se unen en perfecta sintonía mental a juicio de la ministra y vicepresidenta primera, única que ve consuelo en ese ayuntamiento.
Encuentro y desencuentro permanente entre las dos vedettes de la política europea, que cual Vicky o Cristina se atraen y se abandonan en ruedas de prensa, salas de reuniones o fotos de familia.
El rey del bunga bunga defiende su patrimonio personal al frente del gobierno de Italia. Cual emperador romano no sabe que no desciende de dioses e ignora que la moral pública tiene mayores límites y restricciones que la moral privada. Olvidó que la mujer del César y el mismo Silvio César deben serlo y parecerlo.
Zapatero destronado un 15M por los mismos súbditos que lo entronizaron un 11M, no sabe aún que su tiempo ha pasado y sigue al frente de un gobierno que se consuela con los muchos tontos. Al contrario que Silvio de Roma no se dió nunca cuenta de que si algo no es, no basta con que lo parezca y se empeñó en vivir una ensoñación y hacerla pasar por un programa.
Salgado olvidó añadir que además de muchos y tontos, a los perros flacos todo se le vuelven pulgas. Con estos dos, Italia y España han enflaquecido y ahora no sólo nos llaman PIGS sino que nos salen pulgas y garrapatas, nos salen sarpullidos cuando por la mañana vemos la prima de riesgo o la cifra de parados, ambas creciendo desbocadas.
Cuando se vayan seremos más pobres, pero al menos nos consolaremos, ésta vez sí, con aquello de que más vale lo bueno por venir que lo malo conocido, y aunque duda despierte el cambio, peor es el desengaño.
Y para los que todavía crean en ensoñaciones místicas o soluciones mágicas, al final no hay otra que picar piedra, porque más que la mujer hermosa vale la hacendosa.
Esteban Kowalsky es una personalidad de múltiples facetas, tantas como le interese a su creador, alter-ego y alias. De esta manera Kowalsky puede explorar con su mente inquisitiva terrenos propios y extraños y su creador puede explorar en la mente de Kowalsky buscando claves diferentes. O es al revés?
martes, 12 de julio de 2011
lunes, 4 de julio de 2011
La industria del deporte
Somos un país de individualidades, que no de individuos.
Entre la masa gris, un punto de color. Eso nos permite tener la nómina de deportistas de élite más alta per cápita. También de artistas, pintores de la luz y del claroscuro. O de escritores, cronistas de historias, dramas y tragedias. O de poetas, cantores de los sentimientos efímeros e infinitos.
Volviendo al deporte, tenemos los mejores pilotos de motos que corren en máquinas italianas o japonesas, diseñadas por ingenieros de ojos rasgados o nariz romana, que construyen en plantas y talleres especializados en las afueras de Osaka, o en Bolonia. Las patentes y la propiedad industrial, los royalties por ventas y licencias, el valor de la marca se queda allí.
Tenemos los mejores pilotos de coches que conducen coches italianos o alemanes o ingleses o italianos y el valor industrial se queda allí.
Tenemos los mejores tenistas pero no fabricamos raquetas, ni esquís, ni zapatillas de deporte, ni ropa deportiva, ni pelotas de golf o de fútbol, ni veleros ni mástiles ni quillas.
Somos la mayor potencia deportiva per cápita pero sólo gracias a nuestros deportistas; no transformamos esa potencia en capacidad industrial. Individualidades frente a la colectividad.
Los deportistas pasan, las individualidades vienen y van. Los triunfos son efímeros, los eventos, que tan bien organizamos, son efímeros. Las capacidades industriales permanecen y generan riqueza que se reparte entre muchos: ingenieros, diseñadores, probadores, mecánicos, montadores....empleos.
Quizá alguien debería pensar como reinvertir todo ese caudal de talento deportivo en talento industrial. Nuestra potencia deportiva representa una oportunidad de desarrollar una industria de tecnología del deporte y asociada al deporte. El mejor diseñador de un campo de golf es un gran jugador de golf. El mejor desarrollador de un motor es el que ha pilotado y ganado con muchos.
Quizá esto también debería enseñarse en los CAR: enseñar como el deportista puede devolver a la sociedad que le becó y financió su progresión deportiva, parte de su talento, diseñando, asesorando, inventando, desarrollando tecnología en el sector del deporte, creando riqueza que permanece más allá de campeonatos, récords y medallas, trascendiendo más allá de ligas y eliminatorias dejando su impronta en una industria de impacto global.
Si eres Alonsista, tu pasión se acabará antes que si eres Ferrarista.
Entre la masa gris, un punto de color. Eso nos permite tener la nómina de deportistas de élite más alta per cápita. También de artistas, pintores de la luz y del claroscuro. O de escritores, cronistas de historias, dramas y tragedias. O de poetas, cantores de los sentimientos efímeros e infinitos.
Volviendo al deporte, tenemos los mejores pilotos de motos que corren en máquinas italianas o japonesas, diseñadas por ingenieros de ojos rasgados o nariz romana, que construyen en plantas y talleres especializados en las afueras de Osaka, o en Bolonia. Las patentes y la propiedad industrial, los royalties por ventas y licencias, el valor de la marca se queda allí.
Tenemos los mejores pilotos de coches que conducen coches italianos o alemanes o ingleses o italianos y el valor industrial se queda allí.
Tenemos los mejores tenistas pero no fabricamos raquetas, ni esquís, ni zapatillas de deporte, ni ropa deportiva, ni pelotas de golf o de fútbol, ni veleros ni mástiles ni quillas.
Somos la mayor potencia deportiva per cápita pero sólo gracias a nuestros deportistas; no transformamos esa potencia en capacidad industrial. Individualidades frente a la colectividad.
Los deportistas pasan, las individualidades vienen y van. Los triunfos son efímeros, los eventos, que tan bien organizamos, son efímeros. Las capacidades industriales permanecen y generan riqueza que se reparte entre muchos: ingenieros, diseñadores, probadores, mecánicos, montadores....empleos.
Quizá alguien debería pensar como reinvertir todo ese caudal de talento deportivo en talento industrial. Nuestra potencia deportiva representa una oportunidad de desarrollar una industria de tecnología del deporte y asociada al deporte. El mejor diseñador de un campo de golf es un gran jugador de golf. El mejor desarrollador de un motor es el que ha pilotado y ganado con muchos.
Quizá esto también debería enseñarse en los CAR: enseñar como el deportista puede devolver a la sociedad que le becó y financió su progresión deportiva, parte de su talento, diseñando, asesorando, inventando, desarrollando tecnología en el sector del deporte, creando riqueza que permanece más allá de campeonatos, récords y medallas, trascendiendo más allá de ligas y eliminatorias dejando su impronta en una industria de impacto global.
Si eres Alonsista, tu pasión se acabará antes que si eres Ferrarista.
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